Hacer que todo funcione
Su amplio conocimiento del sector tiene profundas raíces: viajar ha formado parte integral de su visión del mundo desde bien temprano. Su madre estuvo a los mandos de una de las primeras agencias de viajes dirigidas por una mujer en Nueva York y sirvió de inspiración para las aspiraciones empresariales de su hija. Erika empezó en el sector cuando era una adolescente. Con tan solo 17 años se convirtió en agente, y cuando se le presentó la oportunidad de expandirse por sí misma, fue a por todas. Y ya no se detuvo: su espíritu emprendedor es uno de los pilares en los que se fundó F1S, en los que aún hoy en día se sostiene la dirección de la compañía.
Erika es el “lado derecho del cerebro” de este dúo de hermanos, el motor que hace que todo funcione. Es una maestra y mentora que ha inculcado en la empresa los valores esenciales que le han acompañado desde el principio: un esmerado servicio, atención a los detalles y una auténtica pasión por conocer el mundo.
Y puede enorgullecerse de haber visto mundo. Erika goza de un estatus de élite como miembro del Travelers’ Century Club, que se concede a quienes han viajado a más de 100 países. (Y es ahora cuando añadimos que ha visitado los siete continentes). Cuando no está en ruta hacia alguno de sus destinos, e incluso aunque lo esté, a Erika le encanta bailar, la moda y la gastronomía y es una apasionada de los animales y del medio ambiente.
“En F1S, nuestros valores son lo que nos sustentan y nos hacen avanzar.”
Erika Reategui
Más sobre mí
No puedo viajar sin:
un bañador, zapatillas de deporte un buen libro.
Un lugar idílico donde vivir:
¡Nueva York! Mi ciudad favorita en el mundo entero.
Mi comida favorita:
la comida peruana, no hay nada como un ceviche tradicional, anticuchos y picarones.
Próximo destino en mi lista de viajes pendientes:
El Polo Norte y subir al Monte Sinai con Fernando y nuestra familia.
Alguno de mis secretos
me encanta bailar, en especial, salsa. Me hubiera encantado haber probado suerte con la danza a nivel profesional, si los viajes no hubieran llamado a mi puerta.